Economía Real Ya

Llos economistas dedican una cantidad ingente de tiempo a demostrar que su tarea es una ciencia. Lo cual es la más segura prueba de que, en realidad, no lo es. Sus modelos no han predicho ninguna de las crisis económicas del siglo XX. Los astrónomos predecían eclipses ya en el siglo IV a.C. “Bueno… “, uno puede decir: “es que la economía trata de temas mucho más complejos. Es difícil hacer predicciones”. Ese comentario me deja perplejo, porque los economistas no se equivocan levemente, sino que cometen espantosos errores de bulto. En Inside Job se describe cómo un prestigioso profesor de Harvard publicó un artículo sobre la solidez del sistema financiero islandés… meses antes de su colapso. Si no saben, ¿por qué escriben? Cuando oyes a los economistas hablar, no resuena ningún eco de humildad. Su discurso rebosa prepotencia, una arrogancia totalmente impropia de quien tiene su currículum plagado de fracasos científicos.

Dijo un famoso economista que “la eficiencia del mercado es tan importante que está por encima de las observaciones empíricas”. Waw.

En realidad, claro está, hablo de los economistas oficiales. Es diferente el caso de los economistas críticos, como los neo-keynesianos, Krugman, Stiglitz, Sen, Varoufakis… o, en España, Vicenç Navarro, Juan Torres o Alberto Garzón. La economía oficial (sea neoclásica, neoliberal, austríaca…) está, a nivel científico, a medio camino entre la astrología y la homeopatía. Y no porque contenga errores, sino porque contiene mentiras, mentiras interesadas. Aquí va una pequeña selección:

1.- La deuda excesiva del estado español es la causa de nuestra actual crisis. NO. El año 2007, justo antes de la crisis, el estado español tenía superávit, y una deuda sensiblemente inferior a la alemana.

2.- Un país endeudado en exceso debe adoptar medidas de austeridad. NO necesariamente y NO arbitrariamente. Es fácil caer en la paradoja del ahorro: si todos ahorramos durante una etapa de recesión, caerá la demanda, más empresas tendrán que cerrar… y nos hundiremos aún más en la recesión. Irving Fisher formuló una versión de esta paradoja para momentos de excesivo endeudamiento de un país. Si todos ahorramos, caerá la demanda, los precios y los salarios bajarán. Eso quiere decir que costará más conseguir cada euro. Y, por tanto, nos costará más pagar nuestras deudas. Así que, paradójicamente, cuanto más ahorramos, más debemos. Y ésa es nuestra situación en estos momentos.

3.- El pago de la deuda debería ser la prioridad para cualquier estado. NO. ¿Aceptarías que el pago de tu hipoteca fuera por delante de la comida de tus hijos? Para empezar, la deuda puede ser ilegítima u odiosa. Por ejemplo, los bancos que han recibido dinero del Banco Central Europeo al 1% para prestar al estado español al 7%. No hay ningún motivo para tolerar esa estafa. Es preciso llevar a cabo una auditoría de la deuda española, para saber qué parte es legítimo pagar.

4.- La economía nacional es como una familia. NO. En una familia, todo el trabajo remunerado se hace en el exterior de la misma. La totalidad de los ingresos vienen de fuera. En España, el 70% de los ingresos nacionales es endógena, es decir: bienes y servicios que los españoles compramos a los españoles. Al enfriar la economía interna, los españoles nos volvemos más pobres y no mejora nuestra capacidad para pagar nuestras deudas. Si nuestro problema fuera de excesivo consumo en el exterior, la solución sería obvia… una política proteccionista: poner aranceles para que los españoles no consuman bienes extranjeros.

5.- El enfriamiento de la economía nacional (devaluación interna) salvará la competitividad española. NO. Como ya hemos dicho, la devaluación interna empobrecerá inútilmente a los españoles, y disminuirá nuestras posibilidades de pagar la deuda. Pero, además, no es factible mejorar nuestra competitividad de esta forma. Para empezar, porque todos los países del mundo están intentando disminuir sus importaciones. Pero, más grave aún: porque la falta de competitividad española se debe a nuestro atraso tecnológico. Intentar mejorar nuestras exportaciones sin invertir en I+D nos condena a luchar por el mercado de los productos de escaso valor añadido (es decir: no venderemos alta tecnología, sino posavasos de plástico). Y eso nos fuerza a competir con China. ¿Queremos vivir como ellos?

6.- El comercio libre internacional favorece siempre a todas las partes. NO. Todos los países ricos han desarrollado su industria gracias a un período, a veces muy largo, de proteccionismo. Ningún país del mundo ha desarrollado una industria competitiva en un marco de libre competencia.

7.- El mercado libre siempre favorece a todas las partes. NO. El problema radica en el término “libre”. Si yo me muero de hambre y tú no, puedes imponerme el precio que quieras por un plato de lentejas. No hay intercambio libre cuando una de las partes tiene una necesidad acuciante. Ni cuando una de las partes es sensiblemente más fuerte que la otra. Las condiciones necesarias para un verdadero intercambio libre son tan restrictivas que lo vuelven inútil en la práctica.

8.- La gestión privada es siempre más eficiente que la gestión pública. NO. Valga como ejemplo la sanidad española, fundamentalmente pública, mucho más barata y con mejores resultados que la norteamericana. Más aún: tenemos motivos para pensar que, en términos generales, la gestión controlada democráticamente es mucho mejor que la gestión privada.

9.- Todos los países deberían mejorar su competitividad, y así saldremos de la crisis global. ¡¡¡NO!!! ¡¡Y además es un absurdo lógico!! Si todos los países mejoramos nuestra competitividad, ¡estaremos en el mismo sitio exactamente! Un esquema de solución que no se pueda exportar a todos nunca es una buena solución.

10.- Los salarios, como todos los precios, deben estar sujetos a la ley de la oferta y la demanda. NO. El mercado de trabajo es diferente a todos los demás. Si el precio del queso baja, algunos queseros dejarán el negocio y fabricarán otras cosas: la oferta baja. Pero si disminuye el salario, la cantidad de gente que busca trabajo crece. La razón es que algunas personas necesitarán un segundo empleo, algunas mujeres que estaban criando a sus hijos volverán al mercado de trabajo, habrá estudiantes que abandonarán los estudios… Es como si, al bajar el precio del queso, más gente se quisiera hacer quesera. La razón es que los trabajadores no podemos hacer otra cosa que trabajar para ganarnos la vida. Si buscas el equilibrio oferta-y-demanda para el precio del trabajo… éste es, simplemente, el salario de subsistencia. La razón por la que ganamos más que eso es, únicamente, política.

11.- Si se liberalizara el mercado de trabajo, se acabaría el paro. NO. El paro no se debe a la rigidez del mercado de trabajo. Si así fuera, Suecia (8% de paro) tendría mucho más paro que España (25%). El paro, en realidad, es un arma de lucha de clases. Es la forma en la que los empresarios meten miedo a los trabajadores para instarles a aceptar menores salarios y peores condiciones de trabajo. Si dudas… sólo tienes que mirar a tu alrededor y escuchar las frases del tipo: “con la que está cayendo, cualquiera se queja”.

12.- Empresarios y trabajadores deben negociar los salarios individualmente, sin convenios colectivos ni sindicatos, que sólo sirven para escudar a los malos trabajadores. NO. ¿Deben el zorro y las gallinas negociar libremente los intercambios que realizarán? El empresario y el trabajador no negocian en igualdad de condiciones. El empresario se juega los beneficios. El trabajador se juega su pan. La única opción para equilibrar la balanza es la negociación colectiva.

13.- Rebajando los sueldos habrá más trabajo. NO necesariamente, porque habrá menos consumo. Eso sólo es cierto en el caso de que los consumidores y los trabajadores no sean las mismas personas. Por ejemplo: las economías bananeras de exportación. El gran drama de los empresarios es que cada uno querría pagar sueldos de miseria… mientras los demás pagan sueldos fabulosos.

14.- Los empresarios son quienes crean riqueza. NO: los trabajadores son quienes crean riqueza. Recordemos una cuestión terminológica básica: empresario es, simplemente, el dueño de la empresa. Hay empresarios que trabajan, como gestores, en sus empresas. Y hay empresarios que no. Las empresas crean riqueza aunque el empresario se quede en casa rascándose el escroto. Pero si los trabajadores imitan su ejemplo, la creación de riqueza termina.

15.- Los empresarios son quienes crean puestos de trabajo. NO: los consumidores son quienes crean puestos de trabajo. Podemos tener puestos de trabajo sin empresarios: en el sector público o en cooperativas. Pero no es posible sostener los puestos de trabajo sin consumidores.

16.- La lucha de clases (ya) no existe. Empresarios y trabajadores estamos en la misma barca. Radicalmente, NO. Tras la Segunda Guerra Mundial, ante la amenaza de extensión del comunismo, las sociedades occidentales obligaron a los empresarios a compartir la riqueza generada con los trabajadores. En aquella época, el tipo impositivo máximo en EEUU llegó a superar el 90%. La economía se expandía, había riqueza para todos. En los años 80, con la caída del bloque soviético, los poderosos perdieron el miedo a los trabajadores. Cayeron los tipos impositivos, y cayeron los salarios reales. En 2006, Warren Buffett (uno de los hombres más ricos del mundo) comentó al New York Times que él pagaba menos impuestos que sus secretarias. Y añadió: “Hay lucha de clases, pero es mi clase, la de los ricos, la que la está haciendo y la que la está ganando”.

…y tengo bastantes más, que postearé en otro momento.

En resumen: ¡Economía Real, Ya! Hemos dejado de creernos las mentiras interesadas de los economistas oficiales. Necesitamos una ciencia económica a la altura de los tiempos, que sea capaz de hacer predicciones… o de reconocer cuándo éstas no se pueden hacer; que pierda su arrogancia, que entienda que es una sirviente de la política, y no al revés; que aprenda historia, filosofía, matemáticas, tecnología… que tenga el coraje de enterrar los modelos fallidos; que razone en términos de bienestar y no de dinero; que acepte la democracia… Y que nos sirva para algo.

Muchos ánimos a todos los economistas que os sentís indignados con el Disneylandia científico que nos han intentado vender. Os necesitamos.

de amonRaHorakhty

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